Una pequeña estrella, llamada Ela, soñaba con poder llegar a
lo más alto, estar arriba y sentir ese “poder” que tienes al estar por
encima de todo, gritar al infinito. Poder ver desde esa otra altura la vida, decidir, en la parte alta todo se ve desde una perspectiva muchísimo más efectiva,
soñaba triste y apenada.
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Una joven nube, escuchó el llanto, se acerco nebulosamente, y
le preguntó a que se debía tal rabieta, alarmado y pensativo, prestó toda su
atención.
“Quiero
estar arriba, ver desde lo más alto al resto, sentirme extraordinaria”
La nube con unos ojos achinados , debido a sus mullidos
mofletes, le brindó su ayuda, subió a la estrella a su lomo, resplandeciente e
inquieta en esa esponjosa nube, no creía lo que estaba pasando, estaba
ascendiendo, dejaba por fin la tierra, sus puntas no tocaban el suelo.
La nube la acerco hasta las otras estrella, “estrella
voladora, por las alturas, vuela tu sola, tranquila”
Ela, tenía lo que quería, ahora disfrutaba dirigiendo desde
arriba su vida y la de algunas diminutas estrellas que aprendían a iluminar. A
su modo, como ella sentía, cada lección era una aventura brillante.
Una de las jóvenes se dio cuenta que aunque estuvieran todas
las estrellas a la misma altura, ela, que tanto añoraba subir, quizás voló
demasiado. Con una pequeña sonrisa la diminuta estrella le parafraseó; “No dejes que tu
identidad se sumerja en el cielo infinito, recuerda, la perspectiva que tienes
es tan importante como la nuestra”
Pasando el momento de rechazo, para Ela esa noche no fue
pasajera, sin bajar de la bóveda celeste sus puntas estrelladas empezaron a
tocar el mundo…quizás no es de locos escuchar, entendiendo la razón por la que
hablan.