viernes, 23 de diciembre de 2016

Ela, la estrella.


Una pequeña estrella, llamada Ela, soñaba con poder llegar a lo más alto, estar arriba y sentir ese “poder” que tienes al estar por encima de todo, gritar al infinito. Poder ver desde esa otra altura la vida, decidir, en la parte alta todo se ve desde una perspectiva muchísimo más efectiva, soñaba triste y apenada.

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Una joven nube, escuchó el llanto, se acerco nebulosamente, y le preguntó a que se debía tal rabieta, alarmado y pensativo, prestó toda su atención.

                “Quiero estar arriba, ver desde lo más alto al resto, sentirme extraordinaria”

La nube con unos ojos achinados , debido a sus mullidos mofletes, le brindó su ayuda, subió a la estrella a su lomo, resplandeciente e inquieta en esa esponjosa nube, no creía lo que estaba pasando, estaba ascendiendo, dejaba por fin la tierra, sus puntas no tocaban el suelo.

La nube la acerco hasta las otras estrella, “estrella voladora, por las alturas, vuela tu sola, tranquila”

Ela, tenía lo que quería, ahora disfrutaba dirigiendo desde arriba su vida y la de algunas diminutas estrellas que aprendían a iluminar. A su modo, como ella sentía, cada lección era una aventura brillante.

Una de las jóvenes se dio cuenta que aunque estuvieran todas las estrellas a la misma altura, ela, que tanto añoraba subir, quizás voló demasiado. Con una pequeña sonrisa la diminuta estrella le parafraseó; “No dejes que tu identidad se sumerja en el cielo infinito, recuerda, la perspectiva que tienes es tan importante como la nuestra”

Pasando el momento de rechazo, para Ela esa noche no fue pasajera, sin bajar de la bóveda celeste sus puntas estrelladas empezaron a tocar el mundo…quizás no es de locos escuchar, entendiendo la razón por la que hablan.


domingo, 4 de diciembre de 2016

El pequeño joven de trapo


El pequeño muñeco azulón de trapo sentado en la mesita de noche del joven, dejaba colgar sus brazos de paño. Dos chapas de 7up marcaban sus ojos, unas costuras deshilachadas hacían de articulaciones. 
El títere acompañaba en muchos momentos  íntimos a su amigo y en los que no estaba presente, los escuchaba con sus pequeños oídos hechos con goma eva, como se los contaba a su mejor amigo.

El joven de unos 20 años, llevaba una vida de lo más normal del mundo, rodando en un mundo que no sabes lo que seguir; corazón, mente, comodidad, lógica....Estudiaba en la universidad de su ciudad, no podía permitirse irse fuera a estudiar, le quedaba estadística de primero, como a todos, cursaba su segundo año, un trabajo de 12 horas le permitía invitar a su pareja a cenar algún viernes ya que los sábados salía del trabajo demasiado tarde como para ir a cenar fuera. 

Sus hobbies eran pocos ya que después de estudiar, trabajar el resto del tiempo lo dedicaba a su pareja, bueno una cosa sí, amaba los silencios durante las canciones porque le daban tiempo para imaginar que vendría después.

Inmerso en una vida a base de golpes, y no me refiero a cachetes, sino que las situaciones se producían de un segundo para otro y sin tiempo para reaccionar, se dejaba llevar por el curso de los acontecimientos sintiendo en ocasiones que el timón no lo maneja, la marea lo arrastraba y no sabía si es siempre a buen puerto.

Un jueves a media tarde antes de irse a trabajar, perdiendo el tiempo, observo que el pelele azulón no tenía boca, cogió un poco de hilo de la caja metálica, cosiéndole una sonrisa, que al dar el corte con los dientes al hilo, comenzó a moverse esa sonrisa como si se mojara los labios dispuesto a hablar.

“Por fin!!” dijo con voz de alivio.


“Ahora escúchame, hacer lo que se siente solo lo puedes hacer tu, hacer lo lógico  y cómodo te llevará a un final esperado, si amas los silencios en las canciones porque dejan volar tu imaginación, ama hacer lo que sientes que te llevará a palpar experiencias extraordinarias”.